Este estudio surge de preguntarse en qué
momento Madrid y en general el mundo llego a tener dos caras, una muy amable turística
y de exhibición, y otra, muy oculta, que es por ejemplo donde se encuentran los
vertedero, las obras de infraestructura que nunca funcionaron y fincas
abandonadas.
La respuesta a esta pregunta la
encontraron el propio sistema de construcción de ciudad, y los caminos de
participación y cambio que asumen las personas que de este hacen parte. Así que
hay un primer grupo, que es el administrativo (políticos), que tiene intereses
primordiales por encima de una conciencia ecológica, luego están los técnicos
cualificados que terminan siendo quienes ejecutan las ideas de los políticos,
que hasta cierto grado participan aunque un poco limitados, y están por ultimo
los usuarios o ciudadanos que no tienen mayor opción que hacer un cambio a
nivel de su cotidianidad.
Nace así la idea de que los usuarios estén
vinculados a la elaboración de proyectos que construyen la ciudad desde su
mismo comienzo, pero para ello se requería supermateriales (bolsas, llantas y
otros materiales no reciclables pero si reutilizables), superheroes (con
capacidades propositivas y creativas que pueden ser desde una ama de casa, un
niños hasta un arquitecto), y superlugares (espacios con gran potencial, que
necesitan ser rehabilitados para la construcción de ciudad).
Luego que esta idea estaba consolidada,
Basurama empezó a actuar en varios superlugares de la ciudad y del mundo. Por ejemplo,
había una plaza en Madrid que tenía una textura de piso muy lisa así que era
muy utilizada por los skaters, sin embargo, el resto de la comunidad estaba
inconforme, pues sentían que era un poco excluyente la actividad. Así que se
adecuaron algunos muebles viejos con ruedas, lo que permitía que personas de
todas las edades utilizaran este espacio, sin importar si sabían montar patinete o no.
En otro caso, lo que se quería rehabilitar
no era un espacio como tal, sino un lazo social deteriorado. Esto se llevó a
cabo en México, donde las personas dedicadas al reciclaje son expertas en armar
carros pequeños para el transporte de los materiales reciclables, pero que son
rechazadas por la comunidad, pues son vistos como personas sucias y de la
calle. Así que sacando provecho de sus conocimientos, se creó un programa en el
que algunos jóvenes compartían tiempo con estas personas, y creaban sus propios
carritos.
En Lima, una ciudad colapsada por los
coches, y carente de espacio público, se decide hacer un parque de diversiones
debajo de un puente, con llantas y restos de carro, el parque llega a cobrar
tal importancia que no es aprovechado únicamente por la comunidad sino que se
convierte en un espacio metropolitano.
Esta es una solución alternativa al
problema global de la contaminación al medio ambiente. No debemos esperar a
estar en el grupo de los que administran la ciudad para cambiar las costumbres
y lógicas, sino que desde nuestro nivel de hacedores podemos proponer
intervenciones que rehabiliten espacios muertos dentro de las ciudades, que den
un mejor uso a los residuos y que fortalezcan o tejan redes sociales fuertes de
cooperación.
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